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SALUD Y HÁBITOS ALIMENTICIOS

SALUD Y HÁBITOS ALIMENTICIOS

Los hábitos alimentarios son comportamientos conscientes, colectivos y repetitivos, que conducen a las personas a seleccionar, consumir y utilizar determinados alimentos o dietas, en respuesta a unas  influencias sociales y culturales. Se pueden definir como los hábitos adquiridos a lo largo de la vida que influyen en nuestra alimentación. 

El proceso de adquisición de los hábitos alimenticios comienza en la familia. La Infancia es el momento óptimo para adquirir unos buenos hábitos de alimentación. Estos se adquieren por repetición y de forma casi involuntaria, la familia tiene una gran influencia y esta se va reduciendo a medida que los niños crecen. En la adolescencia, los cambios psicológicos y emocionales  pueden influir en la  dieta, dando excesiva importancia a la imagen corporal, tienen patrones de consumo diferentes a los habituales: comidas  rápidas, picoteos… En cambio en los adultos y en las personas de edad avanzada los hábitos alimenticios son más difíciles de cambiar.  De todas formas, nada es imposible, y adquiriendo concienciación sobre la importancia de llevar adecuados hábitos alimenticios, muchos adultos han conseguido cambiar por completo su forma de vida, por una mucho más saludable.

Tal y como los resultados de la encuesta que hicimos en el Instagram de @mugendoeuskadi la dieta alimenticia si ha sufrido cambios con el paso del tiempo.

Esto se debe a que actualmente los alimentos actúan como unión social, porque se comparten con la familia, amigos… De esta manera están siempre presentes en las demostraciones de amistad, cariño, etc. ( bodas, ceremonias, celebraciones,…).

También existen factores que determinan los hábitos alimenticios como son los factores fisiológicos (sexo, edad, herencia genética, estados de salud, etc.), factores ambientales (disponibilidad de alimentos), factores económicos, o factores socioculturales (tradición gastronómica, creencias religiosas, estatus social, estilos de vida, etc.)

Asociar la comida con el ámbito social, ha traído consigo que con el paso del tiempo nos alimentamos peor.

De todas formas, poco a poco estamos volviendo a recuperar la consciencia sobre llevar unos hábitos de alimentación adecuados, debido a la actual moda “real fooder”. 

Tal y como indican las encuestas realizadas por @mugendoeuskadi, a pesar de que todavía hay mucha gente que no presta atención a qué y cuando se come, la mayoría de las personas tienen claro qué cocinar en casa siempre será una opción más sana que comer comida precocinada. Además, la mayoría de las personas intenta consumir los mínimos ultraprocesados posibles, teniendo en cuenta que es muy difícil desprenderse al 100% del consumo de estos.

La concienciación de llevar unos hábitos alimenticios saludables en nuestro círculo es muy importante, porque tal y como hemos dicho, muchas veces nos sentimos influenciados por la gente que nos rodea. Por ello, es muy importante que todas las personas tengan conocimiento sobre cómo llevar a cabo una alimentación adecuada.

El conocimiento sobre cómo llevar una dieta equilibrada y saludable es imprescindible para adoptar hábitos nutricionales correctos que ayuden a prevenir enfermedades. Pero disponer de esta información no supone que incorporemos necesariamente a nuestra vida rutinas más saludables, que implican mejorar no solamente la dieta, sino también otros hábitos, como el ejercicio físico. Aunque existen barreras que dificultan modificar estos hábitos, es importante conocerlas para mejorar nuestras elecciones alimentarias.

Para mantenernos sanos y fuertes, es muy importante llevar una alimentación ade- cuada. No sólo es importante la cantidad de alimentos que comemos, sino también su calidad, ya que ambas influyen en el mantenimiento adecuado de nuestra salud. Por eso es necesario saber qué nos aporta cada alimento, para así saber elegir un plato o menú más saludable.

 

¿Cómo es una dieta sana?

La comida que comemos a lo largo del día debe estar distribuida en cinco tomas:

  • Desayuno: El desayuno es muy importante, ya que nos proporciona la energía que necesitamos para realizar nuestras actividades a lo largo de la mañana y el resto del día. Entre sus beneficios están: asegura la ingesta adecuada de nutrientes; ayuda regular el peso ya que evita el picoteo a lo largo de la mañana; mejora el rendimiento físico y mental. Un buen desayuno debería incluir: leche o yogur, cereales, tostadas o galletas y fruta o zumo.
  • Media mañana: A media mañana se recomienda una merienda, para coger fuerzas hasta la comida. Cómete un bocadillo, una fruta o un yogur.
  • Comida: La comida es la segunda toma más importante, generalmente consta de un primer plato de pasta, arroz o verduras; un segundo que puede ser carne, pescado o huevo y el postre a elegir entre fruta o yogur. La comida siempre la podemos acompañar con pan.
  • Merienda: Por la tarde, no te olvides de la merienda: bocadillo, zumo, batido, galletas o fruta.
  • Cena: Por la noche no te acuestes sin cenar. La cena es parecida a la comida, pero un poco más ligera. Aprovecha y elige pescado, pollo o tortilla. Si tienes hambre antes de dormir, tómate un vaso de leche.

 

Alimentos y hábitos nutricionales

  • Frutas y Verduras

Lo más importante es ingerir de 2 a 3 piezas de fruta al día. Con ello, cubrimos las raciones diarias recomendadas y también, el aporte necesario de vitaminas y minerales. La importancia de la ingesta de frutas y verduras radica en el aporte de vitamina C, que tiene un efecto antioxidante y protector frente a las enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.

  • Carnes, lácteos, pescado y huevos

Este grupo de alimentos es la principal fuente de proteínas de nuestro cuerpo. Las proteínas, al igual que las grasas y los hidratos de carbono, es un macronutriente imprescindible. Además de aportar energía, las proteínas llevan a cabo las funciones de reparación y/o formación de tejido (uñas, pelo, piel, músculos, etc).

  • Grasas o lípidos: Mejor con moderación

Las grasas son nutrientes esenciales en la dieta, pero su consumo debe ser moderado. Es importante incluirlas en la dieta porque:

    • Son excelente fuente de energía. Un gramo de grasa aporta 9 calorías, mientras que los carbohidratos y proteínas proporcionan 4 calorías por gramo.
    • De las grasas se obtienen los ácidos grasos que el cuerpo no es capaz de elaborar o sintetizar.
    • Las grasas trasportan a través del cuerpo las vitaminas A, D y E.
  • Los cereales y féculas

Los cereales y féculas deben ser la base de nuestra alimentación. Son alimentos pobres en grasas, aportan una cantidad reducida de proteínas y son ricos en fibra, vitaminas y minerales. Se componen primordialmente de carbohidratos, los cuales son la principal fuente de energía de nuestro cuerpo.

Existen dos tipos de carbohidratos, los complejos presentes en alimentos como los cereales, patatas; y los simples como el azúcar. En nuestra dieta deben existir un predominio de carbohidratos complejos, dado que aportan, además, vitaminas, minerales y fibra.

  • Ejercicio físico

La práctica de ejercicio físico diario es de vital importancia para un estado de salud adecuado. Por eso es conveniente reducir el tiempo que dedicamos a tareas o actividades sedentarias como sentarnos frente al ordenador, los videojuegos o ver la tele. La actividad física proporciona muchos beneficios para la salud, entre ellos: ayuda a prevenir el sobrepeso y obesidad, fortalece y flexibiliza los músculos y las articulaciones, disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares, mejora la masa muscular, favorece la salud ósea reforzando el papel del calcio, mejora el tránsito intestinal, aumenta las defensas del organismo y mejora el sistema inmunológico, y contribuye a la regularización de las tasas de glucemia (azúcar en sangre) y de colesterol sanguíneo.

  • Agua

Para que el cuerpo funcione adecuadamente, debes reabastecer el suministro de agua consumiendo bebidas y alimentos que contengan agua.

Un adulto promedio y saludable que vive en un clima templado necesita consumir como mínimo 1,5 a 2 litros día. 

El consumo adecuado de agua elimina los desechos a través de la orina, la transpiración y las evacuaciones intestinales, mantiene una temperatura normal, lubrica y amortigua las articulaciones, y protege los tejidos sensibles.

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